Teresa López de Quiroga
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Una banda de ritmos latinos en La Habana y un pianista en el escenario de un teatro comparten la pasión por la música como vehículo de expresión. En ambos casos, hay un diálogo entre el intérprete y su entorno: la banda en La Habana con el ritmo vibrante de las calles, el calor de la gente y la improvisación espontánea; el pianista en el teatro, bajo las luces, con cada tecla resonando en la quietud de la sala, llevando una conversación íntima con el público. Ambos crean mundos sonoros, uno desde la explosión rítmica y el otro desde la introspección, pero ambos con el mismo objetivo: emocionar, contar historias y transmitir vida a través de sus instrumentos.